Colegio Internacional de Ciencias Periciales, S.C.

Sherlock Holmes: Detective o Investigador

Por: Dr. Álvaro Rosales Carballo

Detective significa detectar, es decir, descubrir, investigar o aclarar circunstancias, así como a las personas involucradas. La palabra proviene del latín detectus, y este del verbo detegere, formado por de- (quitar) y tegere (cubrir); al inicio fue «quitar la cubierta».

En el contexto policíaco, un detective es aquel que investiga hechos, las circunstancias que los rodearon y a las personas involucradas con los mismos. Un detective es un investigador, que puede ser autónomo (detective privado) o parte de la policía.

Los detectives autónomos, si cumplen sus funciones en el marco legal comercial, deben tener algún tipo de autorización para desempeñar estas actividades, así como una capacitación adecuada. En el cine o en la literatura, detective es cualquier persona que resuelve crímenes.

En el siglo XVII, Inglaterra no contaba con una fuerza policial estatal, a pesar de ser la nación más poderosa del orbe en esa época. La custodia de los bienes y las vidas de los ciudadanos de Londres, por ejemplo, se encomendaba a agentes o detectives privados que ejercían su oficio en condiciones harto precarias.

Eran conocidos como los “Carlitos”, porque su existencia databa del antiguo tiempo de los reyes Carlos. Su cargo no era muy codiciado por el inglés medio, y únicamente aceptaban ejercer tal función de vigilancia ancianos cuya jubilación no alcanzaba para sobrevivir o desocupados carentes de cualquier preparación.

Posteriormente, los detectives que sustituyeron a los “Carlitos”, aunque eran hombres más jóvenes, expertos y mejor equipados, en muchos casos también eran corruptos y simpatizaban con los pillos. Se generalizó por aquel entonces la práctica del perjurio y de los sobornos. Los habitantes se veían forzados a acordar con los malhechores, entregándoles dinero para que aquellos accedieran a devolver los bienes y valores que previamente habían hurtado.

Las historias sobre detectives son usuales en la literatura desde el inicio del siglo XIX. Sherlock Holmes, personaje de Arthur Conan Doyle, así como Hércules Poirot, personaje de Agatha Christie, y James Bond son los detectives más famosos en las novelas y en la pantalla grande.

En Brasil, la profesión de detective particular, que no debe ser confundida con la de investigador de policía, está asociada con su formación y destreza, aunque no requiere ningún tipo de afiliación a institución alguna.

En Francia, Vidocq crea la Sûreté en 1823; Purkinje funda un estudio sobre la dosología y el órgano cutáneo. En 1829 se crea en la calle de Bow Street, con Henry Fielding, un agrupamiento de investigación; en 1833 nace el primer antecedente de la antropometría o fotografía forense con Bertillon y el famosísimo bertillonaje. En 1842 se funda Scotland Yard; William Herschel, en la India, comienza su estudio en identificación y desarrolla una manera de impresión dactilar. En 1893 aparece Hans Gross, quien con su Manual del juez da el nombre de Criminalística.

En 1910 se funda el primer laboratorio de criminalística con Edmond Locard. En 1914, en México, ya se tiene el primer centro dactiloscópico, creado por Abreu Gómez. Algunos autores refieren también una etapa posterior: el desarrollo tecno-científico que aportó la creación del FBI.

La criminalística moderna ya no solo depende del perito o especialista que acude a la escena de los hechos o hallazgo, sino que ahora depende de muchas ciencias auxiliares que antes no se tenían, entre las cuales se encuentran los peritos en huella genética y las condiciones técnicas actuales para poder determinar la absorción atómica y técnicas modernas utilizadas actualmente en las procuradurías, como la identificación de huellas.

Así podemos ver que, con la criminalística y la medicina legal, el papel del mítico detective se desvanece ante la presencia de un grupo de peritos en diversas áreas que investigan para esclarecer un hecho, como complemento del derecho.

En México no existe el apoyo suficiente para la investigación de ciencias forenses, y es una verdadera lástima que nuestros médicos legistas en el servicio médico forense no sean siquiera —en algunos casos— médicos, así como que nuestros criminalistas tengan apenas un grado técnico de preparación.

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