Por: M.D.P. Luis Eduardo Granados González
El conocimiento es el arma más poderosa. Con esta frase comienzo cada nuevo semestre, dedicada para mis alumnos en lo alto del pizarrón.
¿Sabes por qué? Porque simboliza todo cuanto creo y soy. A través del conocimiento, el ser humano se separó de otras especies; a través de él, curamos enfermedades y alcanzamos el universo. Nos engrandece, nos convierte en algo más. Es en este punto cuando más de uno me pregunta por qué se elige ser abogado. La respuesta aparece natural, y hoy te la comparto:
El Derecho es maravilloso —les digo—, es mucho más que un cúmulo de libros; es más que negra conciencia y burocracia. Es, por definición, de donde cada regla nace; es la red invisible que libera o encadena; es el inmenso juego de ajedrez del que todos somos piezas y jugadores. Observa bien la calle. Yo sé lo que tú ves: autos circulando en ambos sentidos, una tienda con su clientela habitual, personas caminando embotadas en sus propios problemas. Pero ¿sabes lo que yo veo? Yo veo el reglamento de tránsito —que, si lo conocieras como es, ¡de cuántos problemas te hubieses librado!—. Yo veo contratos de compraventa hechos arbitrariamente, yo veo ciudadanos llenos de problemas que, gracias al estudio, yo no padezco. Y no solo eso: puedo ayudar a solucionarlos. Yo, mi amigo, donde tú ves un mundo de problemas, yo veo un mundo de posibilidades. Querido lector, dicen que el Derecho es aburrido, y en realidad no tengo idea de dónde han sacado semejante creencia. ¿No sé qué estén haciendo?
Pero te diré algo… seguramente lo hacen mal. Cada año que llevo en el litigio es más emocionante que el anterior. He conocido lugares que no imaginas, vivido experiencias que de otra forma serían imposibles. Y las personas, ¡ah, mi amigo!, ¡he conocido de toda clase!
He visto la esperanza en los ojos del inocente y el odio en los del sociópata, saliendo avante de todo esto gracias al estudio. Porque te diré un secreto que pocos saben y menos aún aplican: la ley es bella e imparte justicia, y cuando no, es porque quien la usa la desconoce. Desde luego que es necesario el estudio, mucho estudio. Y no podría ser mejor, ya que te están brindando libros enteros llenos de todos los secretos de la vida diaria; te regalan consejos que otros pagan por rentar. Cuando yo pienso en un abogado, a mi mente siempre vendrá una persona intelectual, de gran astucia y arrojo, un líder nato, un solucionador de problemas, a todas luces la clase de persona que quieres a tu lado cuando las cosas empiezan a ponerse mal.
La modernidad exige herramientas. Afortunadamente, se las estamos brindando al abogado de hoy. Entre ellas, enseñamos a estructurar un caso, a determinar la utilidad de las pruebas y, quizá la más importante, la oralidad como medio de defensa y argumentación jurídica. No somos ciegos a las reformas y avanzamos día con día hacia la perfección académica.
Los juicios de hoy exigen abogados que, al presentarse ante un tribunal, puedan brindar luz y humanidad donde antes existían resoluciones frívolas y oscuras. El ABOGADO es un líder, es capaz de defender sus más altos ideales con la verdad, misma que no grita ni atropella; al contrario, convence con argumentos, conocimiento y una buena formación. Eso es lo que encontrarás en la LICENCIATURA EN DERECHO Y JUICIOS ORALES. LA VIDA ES UN ENORME JUEGO DE ESTRATEGIA, MI AMIGO, Y SOLO AQUELLOS QUE ESTUDIAMOS DERECHO CONOCEMOS LAS REGLAS.
¿QUIERES JUGAR?
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