¿Criminología o Criminalística?
¿Será acaso un problema, para alguien que conoce y maneja el tema, poder definir dos ciencias? ¿Alguien tendrá la más remota idea de para qué sirve cada una de ellas? ¿Son unidas? ¿Son complejas? ¿O más bien se trata de un conjunto de conocimientos o experiencias que cualquier persona puede ir acumulando a lo largo de su vida?
Pues bien, una vez planteado el problema, trataremos de dar respuesta a estas grandes interrogantes dirigidas a los nacientes criminólogos y/o criminalistas, esto ante el auge que han tenido estas nuevas profesiones. En México es urgente definirlas de acuerdo con su utilidad dentro de la sociedad.
No se pretende dar una cátedra sobre estas dos disciplinas, ya que, por la importancia y extensión de ambas, sería no solo imposible sino injusto en tan breve espacio. Sin embargo, se intentará ser lo más claro posible para revelar las incógnitas planteadas.
En muchos países, como Estados Unidos, el criminalista es un profesional de la investigación de la escena del crimen, conocidos comúnmente como CSI (Crime Scene Investigators). Estos trabajan en conjunto con el fiscal o la defensa de un sujeto al cual se le imputa un hecho posiblemente delictivo, a través de un cúmulo de pruebas o dictámenes que serán presentados ante un jurado, el cual decidirá si el imputado debe ser llamado o no a juicio.
Dependiendo de la etapa del proceso, dichas pruebas serán desahogadas y valoradas por el jurado. El fiscal o defensor (público o privado) deberá entonces auxiliarse de un equipo de profesionales en la investigación de la escena del crimen. Es durante esta etapa que las evidencias son llevadas al laboratorio de criminalística para ser analizadas y procesadas con el equipo adecuado. Será con base en los resultados que estas arrojen que la fiscalía o la defensa podrán comprobar los hechos o declaraciones relacionados con el evento delictivo.
Así, en pocas palabras, esto es lo que hace la criminalística en otras partes del mundo. Interesante, ¿verdad? Y bien, si se pretendiera hacer una comparativa entre las dos profesiones antes citadas, ¿qué dirían los grandes autores y estudiosos de estas ciencias?
¿Qué hace el criminólogo o qué estudia la criminología?
Para César Lombroso (1835–1909), padre de la antropología criminal, quien se destacó por sus grandes obras en las que pretendía definir las conductas delictivas, su enfoque se resume en lo siguiente:
Método de Lombroso: auge de las teorías naturalistas.
Analogía delincuencia-locura: para combatir la delincuencia, hay que estudiar al delincuente.
Estudió principalmente a delincuentes encarcelados. (Barcelona, 2014).
Tenemos también a otro clásico de la escuela positivista: Rafael Garófalo. Su principal preocupación fue la aplicación de la teoría criminológica a la práctica, tanto en el aspecto legislativo como en el judicial. Así, Garófalo elaboró el primer esquema de penas, no con base en el delito, sino en la clasificación del delincuente.
Si tomamos esto como base, se entiende que la criminología se encarga del estudio de los delincuentes y auxilia al derecho penal en la imposición de la pena, de acuerdo con la peligrosidad del sujeto o la gravedad del delito.
Con la descomposición social que se vive actualmente, en la que los delitos y los sujetos criminales son cada vez más cruentos y crueles, la criminología sería, sin duda, una carrera de gran utilidad para la humanidad.
Pero ahora traslademos esto al caso práctico: ¿en realidad a la sociedad común y corriente le importa saber o conocer por qué un sujeto delinque? ¿O por qué la saña con la que actuó? Creemos que esa es una muy buena pregunta, y no dudamos que será inmediatamente respondida por los criminólogos, quienes encontrarán su campo de trabajo de acuerdo con las políticas criminales del sistema: en el sistema penitenciario, legislativo, judicial, etc.
Su labor es sumamente valiosa, aunque —según los propios egresados de criminología— la demanda ha sobrepasado la oferta laboral y de desarrollo. Esto se debe a que su inserción depende del presupuesto, de las políticas públicas y del compromiso institucional con la prevención del delito.
Continuamos con la Criminalística…
Nos dice Rodríguez Manzanera que la Criminalística es:
“El conjunto de conocimientos aplicables a la búsqueda, descubrimiento y verificación científica de un delito en particular, y del presunto responsable de éste.”
Para Rafael Luis Moreno González, es:
“La disciplina que aplica fundamentalmente los conocimientos, métodos y técnicas de investigación de las ciencias naturales en el examen del material sensible significativo relacionado con un presunto hecho delictuoso, con el fin de determinar, en auxilio de los órganos encargados de administrar justicia, su existencia, o bien reconstruirlo, o bien señalar y precisar la intervención de uno o varios sujetos en el mismo.”
Pues bien, de las definiciones enunciadas se observa la evolución que ha tenido esta noble ciencia. Es dinámica, y se ha enriquecido conforme va evolucionando junto con la sociedad y sus fenómenos, los cuales siempre dejan sus sellos particulares en forma de evidencias. Su finalidad: determinar y analizar la forma en que ocurrieron los hechos —cómo, cuándo, dónde y con qué sucedieron. Es una ciencia que ha evolucionado con el ser humano, incluso en el uso y auxilio de la tecnología.
Hoy, en el 2014, y gracias a las reformas constitucionales del 2008, resurge la prueba pericial, pero no como una pericial técnica, sino como lo que ha demostrado ser la criminalística: ¡una ciencia! La ciencia encargada de la investigación de los hechos, sus medios y formas de comisión, para identificar plenamente a su autor.
Retoman especial relevancia las anteriores definiciones, aplicables en pleno siglo XXI, ante una reforma de justicia penal que tiene como objetivo específico la transparencia en todos los niveles: en las pruebas, en el procedimiento… Pero en dicho procedimiento, lo que se desahoga son precisamente las pruebas, en las cuales los peritos toman especial relevancia.
Sin embargo, el perito debe dejar de ser un mero técnico para asumir el papel de profesional investigador de la escena del crimen, de las evidencias y su forma de comisión, utilizando métodos o técnicas específicas. Esta formación solo puede obtenerse a través de una preparación profesional e integral, que por lo extenso de sus materias, debe contar con una duración mínima de estudios, prácticas profesionales y un programa académico registrado.
Si analizamos bien, en ocasiones —por situaciones del destino (un accidente de cualquier tipo)— nuestro patrimonio e incluso nuestra libertad pueden quedar en manos de un perito y de un profesional del derecho. Este último, muchas veces, depende de la efectividad del primero. Entonces, ¿por qué al Licenciado en Derecho se le exige una cédula profesional para poder ejercer y defendernos, y al perito le permitimos actuar como tal con un simple diplomado, conferencia, o ejerciendo con doble título, si lo que desea es ejercer la noble profesión de criminalista?
Pues bien, si ya hemos definido cuál es el objeto de estudio de la criminología y la criminalística, y hemos analizado el campo de trabajo de cada una, lo cual es evidente que no es el mismo, le tocará al lector e interesado en la materia de su preferencia el decidir estudiarlas juntas o separadas, sabiendo que si opta por lo primero, siempre llevará sobre su conciencia la responsabilidad de que:
La criminología se encarga del estudio del porqué de la conducta humana con miras a la prevención del delito.
La criminalística, como ciencia, se encarga del estudio de las diversas formas de comisión de la conducta delictiva.
Y por último, ¿qué le interesará más al ciudadano víctima de un delito? ¿Que el sujeto que lesionó su derecho tenía alguna afectación mental o psicológica? ¿O que el derecho cumpla su cometido: el de la protección ante terceros para que nadie transgreda su esfera jurídica?
La criminalística es la ciencia que se encarga de identificar al autor material de las conductas delictivas mediante métodos y técnicas especializadas para ello.
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